martes, 15 de diciembre de 2009

Crónica 56 - Si ellos supieran

Si ellos supieran, si tan sólo percibieran la mística, la simbología, la hermosura de la poesía que conlleva la revolución.

Si pudieran darse cuenta de que detrás de esa apariencia dura que está dispuesta a cualquier cosa por un mundo más justo para los más postergados, hay toda una construcción sensible de poetas y artistas. Hay símbolos de la lucha más eterna.

Una construcción que llega a los sentidos. Que hace que la piel se sienta más suave y perceptiva. Que los ojos y oídos quieran sentir esa mística que no es mística sino sensibilidad por lo más maravilloso que el ser humano puede hacer: sentir que el otro es igual a uno, que mientras que uno esté mal y viva en la miseria todos viviremos en un mundo miserable.

Yo siento eso al verlos.

Los comprometidos, los militantes, rescatan la historia pasada y cuentan historias donde espigas de trigo y claveles rojo cobran un sentido único y hermoso. Donde flores, aromas, lugares, paisajes, personas se convierten en símbolos que se pueden sentir.

La clase media está dormida. Transita la vida sin importarle nada demasiado. Vive, ve la tele (lo que haya, no le importa), quiere comprarse todo lo nuevo, las nuevas tecnologías lo maravillan. Y se pierde, sin saberlo y sin quererlo, de sentir esa fascinación por las cosas simples pero importantes. Por sentir pasión por una idea.

Y se pierden las obras de arte que puede producir esa pasión por una idea.

No estoy en contra del arte-porque-sí. Él también dice algo y muchas veces es expresión de la angustia y los sentimientos extraños que produce el no saber bien dónde estamos parados. Pero cuando detrás de una canción, de un poema, hay un ideal de vivir en un mundo más justo, esa pieza artística conmueve los sentidos. La piel se sensibiliza y es el más maravilloso arte.

Un arte fino y delicado.

Delicadeza que muchas veces queda tapada por las acusaciones de violencia y extremismo que soportan los militantes que el capitalismo no quiere. Acusaciones que reciben por parte de los que suponen que todo tiene que seguir así de injusto.

Ellos se lo pierden. Se irán de este mundo sin haberse permitido sentir lo que el ser humano puede hacer cuando se conmueve realmente por algo importante.