jueves, 13 de noviembre de 2008

Crónica 25 - No quiero ser una más del montón

Y de repente sentí algo que no había experimentado en toda mi vida. Un sentimiento maligno.

Hacía un calor extremo. La vuelta en tren del trabajo hoy resultaba un tanto más placentera porque, extrañamente, había conseguido asiento. En el mismo espacio en el que me encontraba otras 3 mujeres jóvenes iban sentadas. Dos eran amigas, no charlaban todo el tiempo, pero de vez en cuando intercambiaban algún comentario sobre algo que recordaban o veían en el tren. La otra no recuerdo qué hacía, o si escuchaba música, porque yo iba leyendo absorta la última parte de una saga apasionante sobre vampiros.

Y de repente ocurrió lo que ocurrió. La mujer que iba al lado mío se paró para dejarle el asiento a una señora que yo no veía pero, supuse, estaría embarazada o tendría un bebé en brazos. Primer pensamiento maligno: menos mal que estoy del lado de la ventanilla, así no me tengo que parar. Sin embargo, esta primera reacción no me sorprendió, ya que venía cansada y después de todo no soy perfecta, sólo un ser humano que la mayoría de las veces es solidaria.

Pero, de pronto, vi cómo se acercaba la señora con una beba en brazos en cuestión... Con otros 3 chicos muy pequeños más, y una amiga o hermana un poco más chica que ella.

Ese fue el sentimiento maligno . ¡Qué bronca! Había un sólo asiento para todos. Tendría que pararme, y realmente me sentí asombrada de lo mucho que me molestó el hecho. Me disponía a guardar el libro en el que tan placenteramente iba inmersa, cuando vi que las otras dos chicas se levantaban. "Ya fue", pensé, "ya tienen todo el lugar que se merecen". Aunque inmediatamente otra voz en mi cabeza, la que escribe esto indignada, respondió: "¿Cómo todo el lugar que se merecen? ¿Es que acaso pensás que no tienen derecho a sentarse en el tren?". "No", respondió mi diablito que hasta ese momento no había tenido nunca trabajo - que yo recuerde - "¿por qué tiene que venir con tantos chicos juntos?"

Lo sé, soy una basura. Esos pensamientos totalmente irracionales son lo que más detesto. Esa falta de consideración hacia los demás también.

¿Será que me estoy convirtiendo en una más del montón? Espero que no.

Que la empresa de trenes que anda mal, que tener que trabajar todos los días no me haga una más de esas personas a las que no les importa nada. Por favor, que no pierda lo único de cordura que me queda.

5 comentarios:

Solee dijo...

Dejame opinar porque me pasó algo parecido y me siento tan igual a vos cuando leo tus crónicas.
Subía al 128, colectivo que por un tiempo me llevó a un lugar hermoso, que me hacía felíz, y que vos tuviste la dicha de ir a conocer no hace mucho. Iba camino a Boedo, un barrio que no habia tenido el placer de conocer hasta que comenzaron los ensayos de la obra, cuando en el viaje pasó algo que me desubica de mi emoción y alegría matutina. Resulta que parece que subió una mujer con una criatura. El 128 iba llenisimo, y yo sumergida en mis pensamientos, las entradas y salidas de mi personaje, la puesta en escena, y lo que no muchas veces se puede sentir en un viaje de colectivo, mi alegria ... Simplemente no la ví. Cuestión que el señor que estaba sentado a mi lado, al cual yo le iba dando la espalda (no por faltarle el respeto) sino más bien porque iba compartiendo mi emoción con dos amigas que iban sentadas al otro lado del pasillo del colectivo; se levanta. Yo corro mis rodillas ya que el me toca, y yo pienso " se irá a bajar". A continuación escuchó que me dice: " te muestro para que veas" y le da su asiento a la mujer que subió con el bebe. Me paró sorprendida porque no la había visto, cosa que le expreso al señor y me mira con cara de "si si, no la viste". Así y todo le digo:"sientese señor, yo ya me bajo" (cuando me faltaba medio camino para llegar). Cuando me paro indignada por la forma en que me habló el señor, le comento a las chicas y una de ellas me dice: " vos porque no viste como te tiro el nene encima la mujer!!!". Realmente NO la había visto!.
No soy así. Y vos tampoco sos así. Siempre damos el asiento. Pero en este caso, somos nosotros los más jovenes que tenemos que andar haciendo los favores. No me malinterpretes, pero digo, vos das el asiento y te levantas diciendo: "miren dí el asiento .. aprendan". NO. Entonces qué es lo que funciona mal aca. Acaso el señor sabía que yo,más alla que no la ví a la muchacha, tenía un problema en la rodilla. Digo, que la "envoltura del regalo no nos engañe". Sin hablar que me comí todos los murmuros del colectivo. Y yo que en mi interior pensaba, que acababa de darle el asiento en el anterior colectivo que había tomado a una embarazada.
Y sentí eso que parece horrible, pero ese diablito interior diciendo: "no se lo merece, mira como te trato el señor, y vos ¿le ofreces tu asiento?". No se me ocurrió nada más original o simplemente no soy de las que pueden mandar a freir churros a cualquiera que se le cruze.
Entonces, amiga, hermana, ni vos ni yo somos uno más del montón. Pero tenemos nuestro días también. A veces sentimos que merecemos más ese asiento que cualquiera, porque como decía, uno puede ser o parecer joven, pero quien sabe que le pasa a uno por dentro.
Si te sirve de algo, como a mi me sirvió en ese momento mis dos amigas, yo se como sos vos y vos nunca vas a ser del montón. Aunque tengas tus días.

Anónimo dijo...

No te preocupes, es normal que te moleste dejar tu asiento, estabas comoda y te tuviste que parar, pero pudo ser al reves!... Debo confesar que yo también muchas veces me quedo sentanda u.U, porque a veces se aprovechan, por ejemplo un día mi mamá dio la oportunidad de sentarse a una anciana que estaba subiendo, se paró pero vino otro tipo (no se le puede llamar señor) y olímpicamente se sentó sin importar que mi mamá quedara parada y la señora también. OSEAA!!
¬¬

Celeste dijo...

Sole! me re sirvio que hayas contado eso.. porque me paso mil veces.. que la gente te ve joven y ni sabe como te sentís ese dia. O porque sos joven se piensa que sos desconsiderada y te quieren "enseñar" algo cuando ellos no saben si en realidad vos tenés los mejores valores del mundo y ellos nada más quieren aparentar porque le dan el asiento a alguien. Qué bueno que conté esto que en cierta forma me avergonzaba.

Igual que quede claro que la señora y sus niños viajaron todos sentados, aunque ellos a upa.. sino les daba el asiento por más que no quisiera jaja

Norka, gracias por el comentario! es verdad que a veces los tipos y señoras mayores también se aprovechan de la generosidad de una.

Anónimo dijo...

igualmente!!!
fue un gusto conocerte!!
y que sea un 2009 de éxitos!!

alguien dijo por la tv que este año daría muchas sopresas! O:
hehehe

besitos!
,.n

G. Martin dijo...

Yo tampoco quiero ser del montón, o mejor dicho de "ese" montón. Porque creo que somos muchos (y muchas) los que no dudamos en dar el asiento en el colectivo (por seguir con el ejemplo que planteaste).
Creo que la indiferencia y el egoísmo son moneda corriente en todos lados, o por lo menos en las ciudades. Es lo que nos enseñan desde niños, sin mala intención, nuestros padres; "no hables con extraños", "no andes solo por la calle". Aprendimos a tener miedo, a desconfiar, y eso es lo que nos hace descreer de las buenas intenciones de los demás. Seguramente a pocos se les puede ocurrir que la chica que está tan concentrada leyendo lo hace porque de verdad está disfrutando el libro "se hace la distraída para no darme el asiento a MI, que soy el centro del universo"...
En fin, en el fondo todos vivimos aislados, en el fondo todos tenemos miedo de pensar bien de los otros. Pero somos un montón los que sabemos que eso no está bien.

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