sábado, 23 de agosto de 2008

Crónica 22

No entiendo por qué la gente me reclama todo el tiempo que haga cosas que demuestren que estoy pendiente de ellas. Yo no pediría algo así a nadie, si no sale de su propia intención no vale nada.

No dependo de nadie tanto como para pedirle que me llame, me mande un mensaje, venga a mi casa, me hable en el msn, se conecte para hablarme... No es que no quiera a nadie... No se trata de eso... Tal vez soy la persona más afortunada del mundo y por eso no lo necesito...

Estoy lejos de sentirme la persona más afortunada del mundo... Digo que tal vez lo soy y no me doy cuenta

Últimamente dudo mucho de mis diferencias con la mayoría de los demás seres humanos.

viernes, 22 de agosto de 2008

Crónica 21

El transporte público es uno de los lugares donde más me inspiro. Debe ser porque para no tener que aguantar que mi cerebro me diga lo mal que estoy viajando, me refugio en mis pensamientos. Hace mucho tiempo que no me siento en el colectivo a las 7 de la mañana de un lunes. Todos los escolares vistiendo su guardapolvo para empezar la tediosa jornada educativa. Hacía mucho tiempo que no me veía obligada a recordar mi propia etapa de alumna. Pienso aliviada que no cambiaron muchas cosas. Los niños y adolescentes suben al colectivo que los lleva a su pequeña tortura diaria. Los más chicos más alegres, los adolescentes charlando entre ellos. Una amiga le dice a otra: "¡Mirá quién está ahí!". "Qué lindo es", responde la chica- que tiene una mochila de un trío que considero espantoso- con aspecto de dormida todavía.

En eso no cambió nada. Pero algunos detalles me hacen volver a la realidad y darme cuenta de que el tiempo pasó. Y ya no son los mismos tiempos. Un dúo de hermanos se sienta delante de mi asiento. El menor, de unos 7 años, lleva un celular con auriculares en la mano y comparte con su hermana aquello que está escuchando. Entonces, cambia de emisora y la más grande le dice: "Dejá ahí". Y el otro, enojado, le arrebata el auricular. La mayor de los hermanos queda perturbada y trata de molestarlo durante todo el trayecto, hasta que ya no aguanta más y le quita el celular para escuchar ella lo que quiere. Yo pienso: "¿No es más fácil compartirlo y escuchar un tema cada uno?". Parece que no, como en muchos ámbitos de la sociedad actual -más de lo que puedo soportar- el egoísmo se hace presente. Doy vuelta la cabeza y me doy cuenta del segundo hecho que me demuestra que los niños no son lo que eran. Un chico de unos 10 años juega despreocupadamente con el piercing verde fosforescente que lleva debajo de su labio inferior.

Los tiempos cambiaron, pienso. Y no sé si es bueno o malo.

Crónica 20

I
Voy a prepararme un tilo para calmarme. Como si sirviera de algo. Estoy convencida de que eso de que el tilo calma los nervios es un mito. Pero igual lo hago. El sólo ritual de ir a prepararme un té cuando todos están dormidos, me devuelve al eje. No sé cuál es, pero lo encuentro. Pongo la pava a calentar y me doy cuenta de que el tratado que hay en el hogar para que el lavado de los platos no recaiga sobre uno solo me deja en la posición menos favorable. Quedo como los países del tercer mundo en los pactos internacionales: no se sabe cómo pero siempre salen perjudicados. Y de pronto me maravilla cómo la cotidianeidad de prepararme un té me saca los nervios. No voy a poder comprobar si lo del tilo era un mito, porque no llegué a tomarlo y ya me relajé.

II
Y ahora lo recuerdo.

III
Escribir. Encontrar las palabras adecuadas para expresar ese sentimiento o pensamiento que queremos compartir con aquel que esté dispuesto a leer. Ese hecho simple ocurre ocasionalmente. Y hace que cada célula experimente una sensación de placer porque el cerebro, con todo el entramado social que porta, logró una de sus mas importantes y complicadas labores.

sábado, 16 de agosto de 2008

Crónica 19

I
Detesto cuando no puedo escribir rápidamente lo que se me viene a la cabeza. No soy tan genial como para retenerlo y después plasmarlo nuevamente. No es la necesidad de escribir porque sí. Es porque son sucesiones de palabras que son mejores a las que nunca escribí y allá se van... se pierden... se van volando por mi cerebro hacia afuera, y no vuelven.... y ya no redactaré frases tan interesantes y perfectas. Recuerdo que casual e irónicamente la que se me perdió ahora hablaba sobre aquellas contadas ocasiones en que uno encuentra las palabras exactas para decir lo que piensa.. pero, claro, lo decía mucho mejor que eso...

II
Le doy a las teclas con bronca...

III
Ya está. Mi cerebro tuvo su explosión del día... Ya está no porque haya terminado, sino porque ya no puedo hacer nada para detenerla...

sábado, 2 de agosto de 2008

Crónica 18

I
Hoy hay cosas que antes me preocupaban que ya no lo hacen tanto... Y me refiero a hoy, a este día... pero tengo la esperanza de que esta vez no sea algo efímero, sino de que perdure. Espero que sea que estoy madurando.

II
Lo intento pero no va a durar mucho esa sensación.

III
Si no escribo lo que se me viene a la cabeza en ese momento, luego se me olvida. Aunque me haya parecido una genialidad en ese instante. El papel a veces me inhibe. Pero tengo que compartirla. ¿Y entonces cómo hago para usar el teclado sin develar mis verdaderas intenciones? Nadie puede enterarse en ese momento que necesito escribir... porque pierde la gracia, la pureza de mis pensamientos. Si siento que hay alguien rondando por aquí la esencia se pierde y queda algo así. Como esto. Insulso. Simple necesidad de querer escribir algo sin saber por qué. Entonces: llamado a la solidaridad. Cuando vean que deambulo y estoy nerviosa sin motivo, déjenme escribir unas líneas. Eso es lo que necesito. Plasmar en caracteres y espacios eso que está pasando por mi cabeza. Nada más. Pero nada menos.

IV
Si no fuera tan pero tan inmensa y estúpidamente insegura. Seguro lograría muchas más cosas. Eso es lo de menos. Seguro sería mucho pero mucho más inmensa e inteligentemente feliz.

V
No soy feliz. Pero, ¿soy infeliz? ¿Tengo derecho a ser infeliz? Cuando tanta gente tiene verdaderos motivos para serlo... No, definitivamente no soy infeliz. Pero tampoco feliz. ¿Entonces? Soy la nada misma.

Crónica 17

I
¿Por qué me impongo reglas que me hacen infeliz? ¿Por qué me restrinjo y trato de ordenarlo todo si eso me hace mal?

II
Hay muy pocas cosas que hacen levantar mi autoestima. Hoy asistí a una. Es como una especie de eclipse para mí. Ocurre de tanto en tanto y me quedo absorta mirándolo cuando pasa.

viernes, 1 de agosto de 2008

Crónica 16

Un consejo tan simple pero tan útil... Sólo los grandes como Cortázar pueden dar consejos así. ¿Quién hubiera dicho que me iba a ayudar a mí a escribir...?